Septiembre victorioso en nuestra historia

Eduardo López H
Docente FAREM-Estelí.

Es fundamental valorar en su justa dimensión el significado del mes de septiembre para la historia de Nicaragua, una serie de valores y acciones patrias, que van conceptualizando la nacionalidad, consolidando la soberanía, creando las premisas básicas ontológicas del ser-nación, que posibilita forjar las bases de la nicaraguanidad, no desde una perspectiva retórica, sino desde la nación como posibilidad real. Visto como proyecto histórico que ha marchado con su dialéctica de flujos y reflujos, en el devenir histórico del país, que se ha reflejado en la contradicción Nicarao versus Gil González, Tomás Ruiz versus la colonia y la escolástica, Cleto Ordoñez versus los dones aristocráticos, San Jacinto versus el filibusterismo, Sandino versus Somoza y la intervención norteamericana, la revolución versus el imperio.

Nicaragua, como el resto de América Latina, no estuvo exenta de la presencia foránea, que desde su génesis con la cruz y el puñal, inauguró el retardo histórico que se fue alimentando con la presencia de nuevos imperios (Inglaterra, Estados Unidos), que igual que España, pusieron sus ojos en la privilegiada posición geográfica de nuestro país. No obstante, la presencia foránea en contubernio con las clases dominantes locales, no invalidó los sueños, las utopías de los pueblos, no clausuró la razón histórica.

Septiembre es importante analizarlo, partiendo de una valoración del proceso independentista centroamericano. Por ello nos hacemos la pregunta ¿Cuál fue el significado de la independencia en el área? ¿Qué réditos le trajo a la región? ¿A Nicaragua? Centroamérica se sienta en la mesa de negociaciones con una posición desventajosa, para empezar, el acta de independencia fue un simple trámite conciliatorio de intereses entre criollos y peninsulares, fiel reflejo de la realidad social, económica y política que rodeaba al Istmo y que era el peso de trescientos años de dominio colonial ibérico, con lo cual, Centroamérica embargaba su futuro.

No está de más señalar que hubo mentes lúcidas que apostaban por una independencia efectiva, sin embargo, esas posiciones progresistas no tuvieron cabida y era imposible contrarrestar la continuidad colonial, más bien, los herederos de la independencia, buscaron fortalecer sus posiciones conservadoras anexándose al imperio mexicano de Agustín de Iturbide ante el temor de que el pueblo les arrebatará esta conquista oligárquica.

La lucha de ideas por la independencia tuvo un centro motor muy visible, como fue la Universidad de San Carlos, de ciudad Guatemala, institución educativa que impulsó una serie de reformas de inspiración cartesiana. Estas reformas, fueron llevadas a cabo por el extraordinario e ilustre Fraile Franciscano José Antonio Liendo y Goicoechea, nacido en Cartago, Costa Rica. Sin lugar a dudas, una de las mentes más lúcidas de la región en aquella época. Precisamente, nuestro Fraile Tomás Ruiz, defendió su tesis doctoral en Matemática ante un jurado presidido por Liendo y Goicoechea.

El reflejo de los nuevos tiempos con olor a reforma se pueden testificar con lo señalado en las defensas de tesis de Miguel Aragón en 1791, de Mariano Viscarra en 1796 y Fray Buenaventura García en 1785. El primero señaló: “La autoridad de los santos, ya sea la de muchos o la de pocos, no es el sostén de argumentos verdaderos en las condiciones puramente filosóficas, sino que tanto valen, como su razón demuestra.” El segundo afirmaba: “En las doctrinas filosóficas no hay que buscar la autoridad de las escrituras, sino el peso de las razones.” Y el Fraile García expresó: Que el conocimiento de las cosas puramente naturales, no deben ser inquiridas por los estudiosos de las sagradas escrituras, sino que deben ser investigadas por la razón humana”.

Es importante señalar que Tomás Ruiz y Miguel Larreynaga, jugaron un decisivo papel como nicaragüenses en el proceso pre e independentista centroamericano respectivamente. Ruiz, portador de ideas ilustradas, primer doctor en matemáticas de Centroamérica y fundador de la Universidad de León en 1812, fue un luchador incansable contra el colonialismo español, involucrándose en la histórica Conjura de Belén que le costó cárcel y destierro. Larreynaga, aun con su posición monárquica, era un académico destacado, ejercía la jurisprudencia y el saber en general, escribió teatro y poesía. Fue uno de los pocos intelectuales de su generación que cultivó la literatura propiamente dicha.

Los intentos por modernizar la región los representó el proyecto de la Federación de Centroamérica, no obstante, sus limitaciones estructurales determinadas por la realidad pasada y presente que se vivía, hicieron fracasar el proyecto federal. Luis Cardoza y Aragón, escritor guatemalteco indica:“ La Federación, no tuvo tiempo para crear una integración económica, cada estado vivió por su cuenta y aun dentro de cada uno de ellos, sin caminos con muy pobre comercio exterior , atraso feudal en la agricultura ni tampoco se formó jamás una entidad real ligada por intereses comunes.”

¿Qué enseñanzas deja la Federación a Nicaragua? Como el resto del área, Nicaragua pasó sin ninguna trascendencia por la Federación, además, este paso intrascendente se vio más nublado, por la anarquía política que se vivió desde el momento de la independencia, donde las facciones de legitimistas y democráticos, los primeros granadinos y los segundos leoneses, fueron incapaces de ponerse al frente de un proyecto de nación, que además modernizara el Estado en función de la sociedad nicaragüense.

La lucha de facciones post independencia en Nicaragua, donde murieron miles de peones bajo banderas oligárquicas que eran ajenas a sus intereses, condujo no solo a la anarquía antes señalada, sino también al episodio histórico de la guerra nacional, que por el patriotismo del pueblo encabezado por José Dolores Estrada y Andrés Castro, se convirtió de guerra oligárquica, en guerra popular y anti intervencionistas, igual que la de Sandino, contra los entreguistas y los imperialistas del norte. Estrada, dice el doctor Germán Romero, en el libro Las estructuras sociales de Nicaragua en el siglo XVIII: “Fue bautizado en Nandaime, llegaría a ser héroe nacional por su acción guerrera en 1856”.

Fue en la guerra nacional donde se dio por primera vez la unión de los partidos tradicionales en Nicaragua, de cara a la compleja situación que provocó la intervención y las aspiraciones de William Walker de adueñarse del país. El resto de países centroamericanos al ver amenazadas sus soberanías, presionaron a los dirigentes políticos de Nicaragua a que buscaran la unidad, que finalmente hicieron, pero una vez derrotados los filibusteros, jamás lograrían unirse en función de los intereses nacionales.

Resulta importante señalar que la presencia de Walker en Nicaragua responde no solo al respaldo a los liberales leoneses que lo habían contratado, como falange mercenaria para combatir a los conservadores granadinos, era mucho más que eso, era la expansión esclavista del sur de Estados Unidos, que en su lucha contra el norte federalista, buscaba la anexión de territorios y de esa manera inclinar la balanza de la guerra de secesión a su favor. Ya México había sido despojado de inmensos territorios y Walker, en su afán anexionista había sentenciado a la región con la siguiente consigna: Five o nine.

Septiembre es un mes que arroja luces sobre el concepto y la praxis de identidad, proyecta el sentido de la soberanía plena, define los rasgos de la autodeterminación, mantiene vigentes a los héroes y mártires. Septiembre es parte de un contexto integral en términos históricos en Nicaragua, sus aportes sepultan la versión tradicional de nuestra historia, más bien la revolucionan, como lo demostró la gesta de septiembre del año 1978, encabezada por el FSLN contra la dictadura somocista, por eso siempre será septiembre victorioso.

Septiembre 2019.

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